También llamado batiscafo, es el vehículo utilizado por el hombre para sumergirse en el mar a grandes profundidades. Fue construido en 1929 por el científico estadounidense William C. Beebe, con la ayuda de Otis Barton y John Butler. Estaba hecho con acero de tres pulgadas de espesor y ventanillas de cuarzo de siete centímetros de grosor, todo con la finalidad de proteger a los tripulantes de la enorme presión ejercida por el agua a grandes profundidades. El invento permitió el estudio de la flora y la fauna submarina hasta entonces desconocida, entre los que se encuentran algunos crustáceos capaces de emitir luminosidad. En 1934 Beebe y Barton descendieron a 800 metros de profundidad, hazaña nunca antes realizada. En la actualidad, los batiscafos cuentan con un motor eléctrico y una hélice que les permite desplazarse, además de brazos mecánicos controlados por computadora. Se utilizan en la investigación de la vida submarina y en la búsqueda de tesoros.
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