Es la administración de sangre por las venas de un individuo extraída de otra persona.
Tiene diversas finalidades terapéuticas: reparar abundantes pérdidas de sangre después de hemorragias, ya sea por traumas severos o postoperatorias, en casos de anemia grave y de leucemias crónicas. Para que la transfusión no resulte peligrosa, es necesario que el donante de sangre y el receptor pertenezcan al mismo grupo sanguíneo (A, B, AB y O y al mismo tipo RH (positivo o negativo), así como que la sangre no contenga algún virus, como el VIH, causante del SIDA.
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