Es el arte de realizar frescos monumentales sobre paredes, techos y fachadas de edificios. Este movimiento, fundamentalmente pictórico, alcanzó su máxima expresión durante la primera mitad del siglo XX con la obra de pintores mexicanos. Recibió la influencia del expresionismo europeo y la sintetizó con el arte prehispánico, creando una corriente de gran originalidad. Su carácter es primordialmente popular, pues obedece a la necesidad de extraer el arte de las galerías para llevarlo a las masas, plasmándolo en las paredes de edificios públicos.
A pesar de su esencia crítica, el muralismo creció al amparo del gobierno progresista de 1921 y gracias a la protección del Sindicato de Obreros, Técnicos, Pintores y Escultores, formado en 1922. Sus principales exponentes fueron José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo, en una primera etapa; misma que fue continuada por Chávez Morado, Juan O' Gorman y Francisco Eppens.
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